viernes, 14 de julio de 2006

Dos Caras.

Como todas estas noches, hoy tampoco puedo dormir. No se si por calor, por nervios, por falta de cansancio, por pensamientos o por un poco de todo. Y mi única compañía es el silencio de la calle escribiendo desde afuera con la luna enfrente y el cigarrito al lado.
Y veo una moneda. Una moneda que tiene dos caras. Dos lados opuestos que se contradicen. La cara podría contener todo aquello bueno y positivo. Aquellos recuerdos vividos con intensidad y alegría que dejaban gran sabor de boca. Fruto de épocas muy especiales.
Y en la otra cara, todos los aspectos negativos de ese mismo espacio de tiempo que restaban buenos momentos. O no, eran tan buenos, que ni los opuestos podían mermarlos y se quedaban en meras anécdotas olvidadas, que reforzaban cada día posterior.
La balanza se compensaba. Hasta que se desequilibró y empezó a tirar fuerte el peso de la cara amarga de la moneda, acabando en una brecha que abrió una gran sima de la que nunca veía el otro lado.
Antes veía tanto la balanza de las alegrías que al final, se cambiaba y parecía que sólo resplandecía la de los malos momentos. Y nunca conseguí que aquella opinión que crecía volviera a sus orígenes. Cada vez fue más imposible, y al final, por imposible lo di.
Pero habría cambiado mi vida entera por haberla empezado de nuevo siempre a su lado.

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