Antes de ser descubiertas por los españoles en 1542, los guaraníes solían narrar una romántica historia nacida del fragor de las aguas y el esplendor de una naturaleza prodigiosa.
Dice la leyenda que miles de años atrás, un valiente cacique salvó a una bella doncella de ser sacrificada en el Iguazú. Furiosa, al ver a los jóvenes escapando por el río, Boi - la enorme serpiente que reinaba en sus aguas - partió su curso, dando origen a las cataratas y separando a los amantes. Ya atrapados, los transformó en los árboles que hoy se pueden ver en la parte superior de los saltos y que, según dicen, con cada aparición de arco iris se forma un puente que supera el poder de Boi y los vuelve a unir.
Aunque los científicos insistan en hablar de fallas geológicas que fracturaron el cauce del río genrrando una abrupta cascada, está en uno decidir qué historia creer.
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