martes, 4 de marzo de 2008

Cataratas del Iguazú.


Parece que hace nada que llegamos a Buenos Aires cuando volvíamos a coger un avión. Rumbo del Aeroparque para tomar nuestro primer vuelo interno con Austral, daba pena despedirse de la ciudad tan recien llegados, pero así era este viaje, de no poder asentarse en ningún sitio por mucho tiempo. Y por lo menos a Buenos Aires sabíamos que volveríamos el último día del viaje ;-)

Cuando ya amanecía despegamos rumbo al norte atravesando Tigre, y en unas 2 horas llegar al extremo norte tan distinto del que dejamos, rodeados de selva y viendo ya desde el cielo todo el espectáculo que son las cataratas, en una primera imagen preciosa previa a aterrizar. Todo un detalle del piloto que dió 2 vueltas para que las viéramos.

De camino al hotel en el Shuttle me pareció FATAL ver que en medio del Parque Nacional hayan dejado construir un hotel Sheraton que rompe con todo el molde y la armonía de la naturaleza siendo un pegote sin sentido, que desequilibra la estética y el paisaje. Un capricho para ricos con dinero que se permiten el lujo de tener enfrente de sus terrazas las vistas de la Garganta del Diablo.

Mientras que los "humildes" :P vamos a hoteles que están fuera del recinto del parque. Hoteles más "modestos" como nuestro pedazo hotel de 5 estrellas, jajaja :P Que parecía de peli de estas en islas tropicales, con una entrada con su típica glorieta, una recepción toda chula y una piscina con 3 cataratas. Como miembro del gremio no puedo evitar ver como funciona todo, jeje. Y hacer comparativas ;-) Ese día, tras ir a la pisci, tomar el sol y un bañito antes de comer (carne como no, jaja), por la tarde hizimos la excursión a Brasil a ver las cataratas desde el lado brasileño.

Un poco pesado el viaje previo hasta llegar allí, teniendo que atravesar la frontera, pero me encantó cruzar ese puente que separa con sus colores los 2 paises. Ya dentro, un paseo que te acercaba desde lejos a las cataratas, y ya desde la lejanía oias el rumor del agua y veías sus dimensiones. Te abrumaba con tanta magnitud de agua, y eso que eran una pequeña parte introductoria de lo que veríamos al día siguiente. Pero a medida que te acercabas sentías mayor sensación de grandeza. Ahí es donde vimos que el viaje de verdad comenzó en Iguazú ;-)

Cuando por fin llegamos al final, una pasarela se metía a través del rio y te acercaba hasta el borde máximo donde por un lado, sentías todo el agua que te caía encima de las cataratas que tenías justo detrás, y por otro, veías hacia abajo cómo caían otras tantas a tus pies sin ver el final, sólo mojado por todo el vapor de agua.

Daba lástima irse de allí porque te rodeaba tal paisaje que te quedabas absorto viéndolo y sin importarte estar empapado :P Donde pude ver por primera vez un arco iris completamente redondo. Y al otro lado de la orilla, el lado argentino del día siguiente.

Subimos por un ascensor para divisarlo desde arriba en un mirador, y ahí podías ver el curso del rio normal en su gran anchura y cómo de golpe se abre la tierra y comienza el espectáculo de las cataratas.

Terminando ahí la excursión de la tarde desde el lado brasileño, ya regresando al hotel. Para descansar y tomar una cena rica rica en el restaurante del hotel y fruto del sueño, dormir enseguida...

Porque al día siguiente, era el día de verdad. Cuando visitaríamos el parque por el lado argentino que es el más espectacular. 275 saltos en total en los que todo esfuerzo descriptivo es en vano. Para comprender su imponencia hay que estar allí. El nombre de Iguazú proviene del término I-Guazú que, según su traducción, significa "agua grande". Y por ello es fácil entender el porqué de su nombre ;-)
Fue un día estupendo! Desde que llegamos sin darnos cuenta nos estaban grabando en video todo el paseo, un recuerdo muy original, que empezó con un pequeño paseo entre los árboles frondosos, que nos conducía a la Estación Cataratas donde un trenecillo te conducía al otro extremo, a la Estación Garganta del Diablo, justo para ver eso, el mayor caudal de agua en catarata a una altura de 100 metros. En esa estación comenzaban unas pasarelas que iban acercándose allí a través de diversos afluentes de agua que cruzaban, en los cuales vimos un caimán chulisimo tomando el sol, jeje, y ya a lo lejos divisabas en el cielo una gran nube de vapor de agua que se elevaba hacia el cielo, donde ya se sabía que allí estaba la Garganta del Diablo.
Cuando llegamos, esa sensación es para verla en directo. Nunca me imaginé tal imagen. El ruido te ensordece, la vista se te llena de agua que fluye y cae con ganas y con energía sin descanso. Te empapas de agua y te quedas exhausto viendo todas las cataratas que te rodean tan cerca, pero sobre todo la principal y mayor, la protagonista del viaje. Es precioso!

Un paseo que bien merecía la pena y que daba pena regresar porque no te cansabas de verlas. Pero había que ver más cosas y tras regresar, comenzamos el circuito superior que se basa en unas pasarelas que trasncurren por arriba y te dejan ver las principales desde la parte superior. Con panorámicas preciosas del paisaje y las cataratas, otras en altura que las cruzas y comienzan su caída bajo tus pies... Un corto paseo y bonito a la vez que anticipaba la comilona (de carne y Quilmes por supuesto, jajaja :P).

El plan de la tarde era también atractivo. Comenzaba con el circuito inferior que era como el de la mañana pero desde abajo que impresiona más. Había 2 principalmente que impresionaban por su cercanía y por su altura/anchura que te dejaban calado de arriba a abajo creando varios arco iris a través de la luz.

Y ya mojados del todo, que mejor momento para hacer una Gran Aventura ;-) Bajando por un desfiladero de piedra pegados a la pared, hasta la orilla del rio. Una bajada que me encantó viendo todo lo que me rodeaba. No todos los días se ve ese paisaje :) Y allí en el embarcadero te ponías tu chaleco salvavidas (mal lo pasó la pechugona de talla XXXL que las tenía todas apretadas, jajaja:P) y en una Zodiac insertarte en el rio directos a otra de las cataratas principales, la San Martín, y a toda velocidad con giros inusitados, penetrar bajo la cortina de agua que creaba. Diossssssss, que sensación!!!!:D No podías ni respirar, ni abrir los ojos. Solo sentir grandes magnitudes de agua que se te venían encima, jaja. Que pasada! Y así se hizo varias vueltas hasta extasiarnos.

Con el subidón de adrenalina, le siguió unos rápidos por el cauce del rio hasta llegar a un punto de la selva donde tras una escalinata interminable, cogeríamos un jeep a través de un sendero por la selva. Donde nos explicaron realmente bien toda la flora y la fauna de allí.

Siendo ya el final del día, no sin antes pasar por un tour por el pueblo que en este sitio no me gustó nada. Y ver un sitio muy curioso. El Hito 3 Fronteras. El punto donde se cruzan las fronteras de Argentina, Brasil y Paraguay separadas por los rios Paraná (que desembocará luego en Buenos Aires en el río de la Plata) y el Iguazú en su desviación hacia las cataratas. Un punto que me encantó ver!Cómo ambos rios separan los 3 países y ver en cada lado de ellos un hito de piedra enorme con la bandera de sus países respectivos dibujada. O sea, que estaba en Argentina y veía a mi izquierda a Paraguay y a mi derecha a Brasil :)

Y ya de regreso al hotel, para aprovechar la tarde a hacer obligadas compras en una tienda chulisima al lado del hotel, de Piedras Preciosas, que me encantó!Que de cosas chulas tenía con lo que me gustan a mi. Me habría traido de todo!:) Y lo más curioso que en un sitio tan lejano y apartado, veo un montón de diplomas en la pared y de golpe me fijo en uno y veo un emblema muy conocido para mi pero que no me esperaba allí. El de la UAM. Y pregunté por él y es muy curioso porque al parecer es que el dueño de esa tienda se había graduado de Geología en mi universidad y se fue allí y montó esa tienda. Que fuerte!Lo que son las cosas... ;-)

Y ya una última cenita y tarde de relax, y otra vez a preparar equipaje para abandonar Iguazú a la mañana siguiente...

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