Ultimo capítulo de las andanzas argentinas del Patagónico, jeje, cuando tomó ruta de regreso a la capital. Un vuelo que se hizo demorar durante horas, cerca de 4 horas de retraso, de 8 de la tarde a 12 y pico o 1. Haciendo un descoloque total de todo. Porque se acusaba el cansancio de todo el día ya y ello hizo que todo el día de después fuera más cansado. Un vuelo nocturno muy bonito con todo apagado y sólo iluminado por la luz de la luna, atravesando el Estrecho de Magallanes hacia el norte, a Buenos Aires, dejando atrás el punto más alejado en el cual he estado…
Un vuelo que nos dejó ver a su llegada allí su gran extensión, un mar de luces naranjas que dan luz a Buenos Aires. Aterrizando allí de madrugada a las 4 de la noche, de vuelta al calorcito del verano en la ciudad ;-) Que unido a la entrega de equipajes y el transfer al hotel desde el lejano Ezeiza, llegáramos al hotel a las 5 de la mañana, parea dormir escasas horas.
No se porqué sin preguntarnos nada nos dieron directamente una habitación con cama de matrimonio :S ¿Nos vieron cara de parejita? Jajaja. Eso con Sofía vale, pero con mi hermano nooo :P Pero bueno, con tal de dormir unas horas me daba igual :P Cayendo a plomo hasta la mañana.
Cuando desperté me dio pena pensar que era mi último despertar bajo cielo argentino, y era ya nuestro último día. Tras un desayuno para coger fuerzas para la mañana, recoger todo rápido y dejar la habitación, la mañana gris y lluviosa fue perfecta para ir a las Galerías Pacífico y realizar las compras que nos quedaban por hacer, para nosotros, de regalos y de encargos.
No sin antes pasar por Aerolineas para reservar nuestros asientos buenos para el vuelo de la noche ;-) Un tormentón enorme de verano para despedir el viaje, como fue en el Cairo ;-) , y así ir a la Martina, el Cardón… a por la ropa, y de ahí los vinos, y los alfajores y el dulce de leche, jeje.
Ya en la hora de la comida, bajamos directos a nuestro punto central, Puerto Madero, jaja, para tomar nuestra última comilona de despedida allí. Regresamos a la Caballeriza donde nos dimos un homenaje a base de parrillada y carne y un fino Neuquen :D Reservando las últimas horas de la tarde a ir al hotel a hacer apaños con las maletas para meter todo lo que llevábamos y que no sufriéramos demasiado exceso de equipaje, jeje. Menuda odisea fue esooo:P Menuda manera de cargar y de comprar ;-) Y ya con todo listo, la última visita pendiente al Ateneo, una preciosa librería hecha en el aforo de un antiguo teatro, conservado como era, con sus gradas y su escenario, y en él, las estanterías de libros. Pudiendo leerlos en el escenario habilitado como sala de lectura y cafetería.
Desde allí, paseamos por el elegante barrio de la Recoleta con casas y avenidas muy vistosas, tiendas de lujo y un ambiente distinto al de otros barrios. Acercándonos al cementerio de la Recoleta con sus sepulcros que parecen pequeñas casas que cobijan las tumbas de personajes importantes allí. Con un último batido de maracuyá en la rica Freddo :D
Ya que el camino de regreso andando por todas sus avenidas y calles hasta el hotel, ya era el último previo a recogernos para ir al aeropuerto. Daba pena enfilar 9 de Julio hacia la autopista de Ezeiza sabiendo que ya nos íbamos del todo… Y que el viaje había acabado…
Un moderno y grande aeropuerto donde parecía que nunca tomaríamos el vuelo de tantas colas y cosas previas que había que hacer… Entre devolución de IVA, check-in, cambio de divisas, aduana, control de salida de pasaportes… Con tooodo el peso de la maldita bolsa de mano hasta arriba… Estaba ya que no podía más, y me sentía hasta mal, de cansancio del día anterior y de ese día, con calor, y palidez. Así me bebí la última Quilmes de un solo trago, jejeje. Con mil tiendas de Dutty Free que cotillear y cuando ya tocaba embarcar, un paseo de 5 minutos!hasta la puerta de entrada permitió ver la grandeza del Boeing que nos llevaría a Madrid.
Cuando despegó en la noche, un último adiós y directos al norte a cruzar Argentina y Brasil en la oscuridad con el catering de la cena, apagar luces y dormir tan a gusto… Cuando desperté y volvió la luz ya era pleno día con cielo azul y sol, y sobrevolábamos tierra, con el escaso tiempo para desayunar y aterrizar en Barajas… Un viaje de regreso que ni me enteré! Con sus 12 horas y sus 11.500 kilómetros… Que penita ver ya las Cuatro Torres y Barajas y saber que eran las 2 de la tarde hora española y se ponía punto y final a un viaje estupendo del norte al sur de Argentina.
Fue pasar el control de entrada de pasajeros, recoger el equipaje y al ver los taxis blancos y de raya roja, sentir que estábamos ya en nuestra ciudad y muy lejos quedaba ya todo lo que habíamos visto. Ahí comenzaba un post-viaje para narrar a los demás, entregar regalos, enseñar fotos, colocar nuestros recuerdos, estrenar la ropa, guardar todo, leer folletos y, como no, escribirlo aquí para el recuerdo ;-)
Queda pendiente volver en otra ocasión para ver lo que faltaba: Lo que no pudimos ver de Buenos Aires que se quedó a medias, Península Valdés y las ballenas, Bariloche, el Fitz Roy y el Chalten, Mendoza y Salta, y si es posible, repetir, porque Iguazú, Calafate y Ushuaia son lugares a los que volvería para rematar y recordar…
Un vuelo que nos dejó ver a su llegada allí su gran extensión, un mar de luces naranjas que dan luz a Buenos Aires. Aterrizando allí de madrugada a las 4 de la noche, de vuelta al calorcito del verano en la ciudad ;-) Que unido a la entrega de equipajes y el transfer al hotel desde el lejano Ezeiza, llegáramos al hotel a las 5 de la mañana, parea dormir escasas horas.
No se porqué sin preguntarnos nada nos dieron directamente una habitación con cama de matrimonio :S ¿Nos vieron cara de parejita? Jajaja. Eso con Sofía vale, pero con mi hermano nooo :P Pero bueno, con tal de dormir unas horas me daba igual :P Cayendo a plomo hasta la mañana.
Cuando desperté me dio pena pensar que era mi último despertar bajo cielo argentino, y era ya nuestro último día. Tras un desayuno para coger fuerzas para la mañana, recoger todo rápido y dejar la habitación, la mañana gris y lluviosa fue perfecta para ir a las Galerías Pacífico y realizar las compras que nos quedaban por hacer, para nosotros, de regalos y de encargos.
No sin antes pasar por Aerolineas para reservar nuestros asientos buenos para el vuelo de la noche ;-) Un tormentón enorme de verano para despedir el viaje, como fue en el Cairo ;-) , y así ir a la Martina, el Cardón… a por la ropa, y de ahí los vinos, y los alfajores y el dulce de leche, jeje.
Ya en la hora de la comida, bajamos directos a nuestro punto central, Puerto Madero, jaja, para tomar nuestra última comilona de despedida allí. Regresamos a la Caballeriza donde nos dimos un homenaje a base de parrillada y carne y un fino Neuquen :D Reservando las últimas horas de la tarde a ir al hotel a hacer apaños con las maletas para meter todo lo que llevábamos y que no sufriéramos demasiado exceso de equipaje, jeje. Menuda odisea fue esooo:P Menuda manera de cargar y de comprar ;-) Y ya con todo listo, la última visita pendiente al Ateneo, una preciosa librería hecha en el aforo de un antiguo teatro, conservado como era, con sus gradas y su escenario, y en él, las estanterías de libros. Pudiendo leerlos en el escenario habilitado como sala de lectura y cafetería.
Desde allí, paseamos por el elegante barrio de la Recoleta con casas y avenidas muy vistosas, tiendas de lujo y un ambiente distinto al de otros barrios. Acercándonos al cementerio de la Recoleta con sus sepulcros que parecen pequeñas casas que cobijan las tumbas de personajes importantes allí. Con un último batido de maracuyá en la rica Freddo :D
Ya que el camino de regreso andando por todas sus avenidas y calles hasta el hotel, ya era el último previo a recogernos para ir al aeropuerto. Daba pena enfilar 9 de Julio hacia la autopista de Ezeiza sabiendo que ya nos íbamos del todo… Y que el viaje había acabado…
Un moderno y grande aeropuerto donde parecía que nunca tomaríamos el vuelo de tantas colas y cosas previas que había que hacer… Entre devolución de IVA, check-in, cambio de divisas, aduana, control de salida de pasaportes… Con tooodo el peso de la maldita bolsa de mano hasta arriba… Estaba ya que no podía más, y me sentía hasta mal, de cansancio del día anterior y de ese día, con calor, y palidez. Así me bebí la última Quilmes de un solo trago, jejeje. Con mil tiendas de Dutty Free que cotillear y cuando ya tocaba embarcar, un paseo de 5 minutos!hasta la puerta de entrada permitió ver la grandeza del Boeing que nos llevaría a Madrid.
Cuando despegó en la noche, un último adiós y directos al norte a cruzar Argentina y Brasil en la oscuridad con el catering de la cena, apagar luces y dormir tan a gusto… Cuando desperté y volvió la luz ya era pleno día con cielo azul y sol, y sobrevolábamos tierra, con el escaso tiempo para desayunar y aterrizar en Barajas… Un viaje de regreso que ni me enteré! Con sus 12 horas y sus 11.500 kilómetros… Que penita ver ya las Cuatro Torres y Barajas y saber que eran las 2 de la tarde hora española y se ponía punto y final a un viaje estupendo del norte al sur de Argentina.
Fue pasar el control de entrada de pasajeros, recoger el equipaje y al ver los taxis blancos y de raya roja, sentir que estábamos ya en nuestra ciudad y muy lejos quedaba ya todo lo que habíamos visto. Ahí comenzaba un post-viaje para narrar a los demás, entregar regalos, enseñar fotos, colocar nuestros recuerdos, estrenar la ropa, guardar todo, leer folletos y, como no, escribirlo aquí para el recuerdo ;-)
Queda pendiente volver en otra ocasión para ver lo que faltaba: Lo que no pudimos ver de Buenos Aires que se quedó a medias, Península Valdés y las ballenas, Bariloche, el Fitz Roy y el Chalten, Mendoza y Salta, y si es posible, repetir, porque Iguazú, Calafate y Ushuaia son lugares a los que volvería para rematar y recordar…