viernes, 27 de marzo de 2009

"No quiero que se muera mi herencia de alegría".


Nacemos de un pequeño óvulo y cuando nacemos el mundo empieza a girar con nosotros, siendo el primer viaje del Sol a nuestro alrededor. Nos rodean de blanco y todo el mundo se alegra al darnos la bienvenida al mundo. El comienzo de la vida que nos espera por delante.

En todo ese tiempo crecemos y vivimos diferentes épocas, recuerdos, personas, conocemos el mundo y creamos recuerdos, fotos... que den testigo de esa vida. Estudiamos, trabajamos, amamos, evolucionamos, y ganamos experiencia con los años hasta la vejez.

Pero todo tiene un comienzo y un final. Y aunque no se quiera, llega cuando menos se espera. En ese momento el color blanco del inicio pasa al negro y la alegría cambia a tristeza en la despedida.

El momento en que el mundo deja de girar con nosotros y se juntan contigo quienes te quieren a lo largo de su vida y la tuya, y a quienes aprecias para decirte adios. Aunque el cuerpo sea lo que quede y el alma ya no esté, ese Yo invisible que vive junto con nuestros otros seres queridos que ya no están, nos ven desde allí y en silencio cuidan de nosotros aunque tú no los veas.

Nosotros sólo nos pudimos conocer brevemente al final, pero aún así me sirvió para ver la buena persona que anidaba en ella, y ese mismo primer día en soledad, recordando otra experiencia de hace unos años similar, sentir lágrimas por no querer que pasara. Viendo cómo quiere a sus nietos, cómo se alegró de verme, y que siendo como era, todo el mundo la quería.

Pero ese mal interior quiso crecer en su interior y apagar esa energía que culminó hace 2 días. Sabiendo que ahora estará mejor y ya que el destino tuvo que ser así, asumir lo que algún día pasaría. Se fue rodeada de todos sus familiares que la querían, y eso ella lo sabe que estaban ahí. Con letras de poesía, un precioso poema que la siguió en su Adios. Sintiendo mucho su pérdida y alegrándome de haber podido acompañarte en ese triste momento para estar a tu lado. Guardando todo lo bueno que te ha dado ella y con toda tu familia a quienes quiero mucho sintiéndome como uno más, así como de poder despedirme de ella en silencio.

Una rosa roja permanecerá delicadamente guardada en su recuerdo. Y si nacemos de un pequeño óvulo ahora son las cenizas las que volarán de la mano sobre el mar junto a tu abuelo. Y dejarles viajar juntos felizmente...
Ante todo, ella diría: "no quiero que se muera mi herencia de alegría". Que así sea.

1 comentario:

Sofia Pérez Delgado dijo...

Simplemente... gracias:) Te quiero