Tras estas 3 semanas fuera, se podría decir que mañana ya empiezo a estar aquí de nuevo con vida más normal. Ya que primero han sido 18 días como cada año en los Escoriales a modo de vacaciones aunque tocara volver a Madrid para trabajar y volver allí, se pudo salvar por un año más. Con vida relajada, cogiendo colorcito, barbacoas, chocolate y picatostes, noches de tormenta y de estrellas, de fiestas de San Bernabé con su castillo final de fuegos artificiales… fueron 3 semanas estupendas como cada año, previas a este fin de semana.
El fin de semana que se casaba mi prima emeritense-mexicana Cristina desde que me enteré en la anterior boda, la de mi hermana en Septiembre. Y ya llegó y pasó fugazmente tras tanto sabiendo de ella. Habiendo sido en conjunto una boda estupenda, tanto por la escapada como por el parador y la celebración en si.
Un rápido viaje de 26 horas donde tras llegar allí, fue con el tiempo justo para registrarse y prepararse para bajar a la capilla. Porque estuvo genial que era la primera boda que nos pillaba fuera de Madrid y estábamos reunidos todos juntos en el Parador de Mérida, que es precioso por fuera y por dentro, al ser un antiguo convento del siglo XVIII rehabilitado como parador, y les quedó muy bonito con su profusa decoración sobre una base rústica, los patios interiores con su pozo a modo de claustro, el jardín con las columnas y la piscina, el gym y sauna, su amplitud, y la capilla para las celebraciones.
Hacía como 15 años que no iba por Mérida desde que fui a Lisboa, y lo recordaba muy bien, con su característico horizonte con el edificio de “Ocaso”, y me hacía ilusión volver vagamente, bajando por la carretera hacia Portugal, y entrar en la ciudad viendo el acueducto de los Milagros. Y tras bajar al parking y hacer el registro, me encantó ver la habitación con vistas a los tejaditos y a la torre con un nido de cigüeñas donde estaban las crias y al lado la madre (o el padre :P). Un ambiente de paz y sosiego se respiraba en un lugar así. Con una amplia habitación bien dotada y con sus detallitos de bienvenida. Cotilleando todo, jeje, como es habitual. Y preparándonos ya para bajar a la boda, con la odisea de mi hermano y yo por localizar a mis padres y poder coger lo que faltaba, que aunque bajemos 10 minutos tarde tuvimos la suerte de que se retrasó 10 minutos y justo llegamos para ver a la novia bajar del coche y entrar de la mano de su padre.
Fue una rápida celebración donde la sorpresa fue el poema que leyeron que había compuesto mi hermana para la ocasión y que ya publicaré aquí cuando lo tenga. Tras la cual, vinieron ya los saludos tranquilamente y vernos todos tan guapos vestidos. Pasando de ahí al jardín donde se servía el cocktail de aperitivo que con el calor extremeño de 40 grados fui directo a 3 vasos de sangría bien acompañados con canapés de salmón que es lo mío donde vaya y las croque de gambas, jeje. Y pensar que allí me acordé de la Musseta que estaría haciendo por aquí de las suyas… :P
Momentos para hablar unos con otros más tranquilamente, previo a la cena en sí donde fuimos pasando poco a poco cada uno donde estábamos distribuidos. Bastante diferente de lo esperado. Con un menú bien amplio a base de entrantes varios previos al cordero y el postre nupcial, y bien regado con bebida, jeje. Así acabé de boa total entre el sueño y la comida que modorra...
Una larga cena hasta pasada la 1, tras la cual vino el baile del vals entre los novios y las parejas, con pachangueo de canciones de veranos típicas o de éxitos de ahora, y barra libre hasta las 4. Y así poder hablar también mejor todos. Los más fiesteros seguían hasta las 7 en una disco que estaba al lado, y el resto a descansar y dormir para el día siguiente.
Mi primera noche en un parador y me encantó la estancia de estar allí. Así como el hecho nuevo de que ese día dormíamos toda la familia en el mismo sitio. Encontrándonos de nuevo en los pasillos y por la mañana en el buffet del desayuno, que eso no se perdonaba, jeje, por muy poco que durmiera. Dándole buen tiento a todo, sobre todo por ver que era el “Tecula Mecula” :P Los menos madrugadores acabaron en la cafetería y tras recoger todo y pagar, despedidas y una pequeña vuelta por el centro para salir de regreso para acá.
Con una pequeña parada en Trujillo para tomar algo y recordarlo con su Plaza Mayor, las casas nobles, el castillo y la iglesia, con un aperitivo de domingo pero en un escenario más bonito. Como postre final a encarrilar directos a Madrid. Tras 3 semanas fuera, ya era la vuelta a la normalidad... La siguiente boda... ¿para Septiembre del 2010? ;-)