lunes, 19 de enero de 2009

La llave del corazón.


Querer a una persona supone demostrarle cada día lo que te importa. Plasmar ese sentir en hechos y palabras. Buscando que de una sola palabra o de una sorpresa elaborada recibas una sonrisa de alegría suya. Supone querer estar a su lado y cuando no es así piensas en ella imaginando su compañía. Poniendo en común los quehaceres diarios y momentos de cariño que impulsen los buenos días y refuerze los malos ratos.

Imaginas mil situaciones juntos cara al futuro, planeas viajes que luego compartes con toda la ilusión guardando ese recuerdo viendo sus fotos que te llevan hacia ella. Piensas en cómo sería la vida sin ella, y no percibes que eso sea posible. Escuchar su voz en la lejanía y sentir su mirada sin que te mire. Preocuparte de ella y tratar de hacerla feliz y todo ello, que sea mútuo y recibas ese mismo trato, cariño y felicidad.

A veces pasas por etapas peores y ese bienestar se ve alterado y sufres discusiones y diferencias de opinión que chocan en caracteres con mayor o menor intensidad. Hasta que se arreglan y vuelven a su normalidad. Otras veces te embarga la duda y piensas si todo va bien.

Así, es posible que lo que yo veía cada día cotidianamente, suponga que no esté haciendo bien las cosas. Y tras la charla de hace 3 días me abrieran los ojos de cosas que no veía. Tras lo cual, siendo yo como soy, actuando a mi modo no fuera el modo correcto del día a día. Y haya descuidado, tratado peor, o demostrado en menor medida todo aquello que hasta hoy hacía y creía hacer bien. Y es verdad, que así no era. Sabiendo que soy complicado.

El mero hecho de ver y pensar, siendo como un acto reflejo de lo que veo equivocadamente. Y acabe en discusión que a medida que suceden son de mayor intensidad y reluzcan oscuramente; es triste que minen terreno ya cultivado con mala hierba que dejan un poso debajo. Y parezca que todo lo vivido y demostrado, se quede en nada. Hasta que se tratan y se solucionan en común.

Pensando en lo último hablado que me ha hecho sentirme diferente y llegar a creer que si en el transcurso diario pensaba que hacía todo bien, y de golpe veo que no es así, y llego a ser descuidado en aspectos, entonces es que no se compartir el día con otra persona, como si estuviera hecho para vivir solo sin quererlo. O si mi caracter choca con otro cada "x" tiempo, saltando chispas por diversos temas, que estén ahí entorpeciendo esos buenos momentos que ensombrecen la luz anterior...

Querer no es sólo besarse. abrazarse sino que también es entender, comprender, compartir, desarreglar y arreglar, gritarse y perdonarse, apoyarse, esperar, verse en persona y en la distancia, con los ojos o el pensamiento. Creer el uno en el otro y ser pacientes aunque no se sea perfecto. Y cuando esa paciencia se llene de impaciencia, pensar cómo recuperarla. Buscando esa llave que abre el corazón.

1 comentario:

Meli dijo...

Precioso post!!