lunes, 24 de noviembre de 2008

Los Escorialines.


El pasado viernes pasamos un agradable día de excursión que ya había ganas de salir un día por ahí. Y así, aprovechando que tiene que ver cuadros en el Escorial y Toledo, ese día nos fuímos al Escorial que hacía mucho que no iba ella y lo teníamos pendiente. Y para mi, que me encanta ir de vez en cuando, me gustó mucho ir en otoño tras estar siempre cada verano allí.

Por la mañana temprano salimos para allá e el coche de mi suegra, jeje, aunque sea una palabra que siempre suena mal :P, rememorando "Grease"y enfilando el puerto de Galapagar con sus curvitas que es un camino mucho más tranquilo y bonito de paisaje en esta época del año con los árboles amarillos y marrones y cruzando el embalse de Valmayor bien lleno de agua quieta como un cristal que reflejaba las montañas.

Y así llegamos al pueblo donde tras un desayuno Rodillin, fuímos directos al monasterio para hacer la visita de la mañana. Bien amortizada hasta el cierre con esos 10 eurazos que hubo que pagar por entrar. Pero que me gustó revivir tras tantos años sin ir.

Con un guía un poco extraño, jeje, pero que hizo una visita amena y curiosa en sus explicaciones, vimos las estancias de palacio desde las más públicas a las más privadas del rey. Con sus restauraciones y elementos antiguos pero no de la época como venía a contar cada 2 x 3. Bajitos ellos por la altura de las puertas y ventanas y vagoncios desde la cama ;-)

Y abajo estaba el Panteón de Reyes y el de Infantes donde residen las tumbas de la realeza hasta que se acaben las 3 que quedan libres. Y para acabar la mañana ya que la Basílica no se podía por restauración, sólo pudimos ver la Biblioteca por libre y el desconocido techo de Lucca Giordano donde nadie paraba para verlo.

De ahí comenzó el peregrinaje por las calles del pueblo buscando un sitio donde comer y tras varias opciones nos quedamos en uno al aire libre con gente muy amable y un menú rico que bien regado por una frasca de vino, jeje, hizo una comida muy buena y con buen tiempo. Lo malo fue levantarse y andar al acabar :P Y que tocaba ver lo que nos faltaba. Pero fue bien ;-) Volvimos para ver los museos de Arquitectura, Pintura y Sala de Batallas. El de arquitectura me encanta porque se ven las maquetas y los elementos con el que lo construyeron y el de pintura por los cuadros con los que cuentan. La Sala de Batallas es muy original con las paredes pintadas en frescos entera con escenas de batallas donde el vigilante no nos quitaba ojo al estar solos :P Y tras copiar todo creo que por entonces éramos los últimos en salir del monasterio ya que empezaban a cerrar a detrás de nosotros las salas y caminábamos por ellas sin nadie, algo que daba un poco de cosa... sobre todo por el panteón de los infantes. Y aunque ya no había tiempo para pasear por los jardines, pudimos ver la imagen que hay desde allí con el atardecer otoñal, y para el segundo viaje queda pendiente sino...

Así que ya con todo hecho, regresamos por la lonja calle abajo hacia el coche de nuevo cuando el sol ya se fue y el frio empezaba a notarse para ver las estatuas del 2 de Mayo y coger el coche rumbo a Madrid de nuevo sin problemas.

Siendo un estupendo día fuera que me encantó hacer aunque luego el cuerpo notara el cansancio en el turno de noche. Próximo destino: Toletum y el Alcázar, jeje.

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