Un abrazo así con mi pequeña suena igual de bonito, lleno de cariño y ternura con las suaves manos acariciandonos. Unidos en un delicado abrazo donde sólo somos uno y lo que importa es el nosotros y todo alrededor desaparece. Una escena donde se reproduce el amor dulce de dos personas que se quieren en todos los sentidos. Ajenos al mundo exterior. Y así somos tú y yo.
Como aquel famoso beso del cartel promocional que, aunque no lo reprodujéramos en pleno Moulin en verano, son besos que compartimos por igual en numerosas ocasiones y que me llenan en toda su plenitud. Cada uno de ellos en su adicción, que me plasman tu amor y me dicen que me quieres.
Estando soltero pensaba en que cada persona tiene una pareja en el mundo hecha para él. Una media naranja, una mitad del corazón que encajaría a la perfección con la otra mitad. Y al principio, buscando ese enlace idóneo, vas encajando piezas pero no son la tuya aún y no acaban de funcionar. Pero no importa, porque sigues buscando hasta encontrar la que sabes será el amor de tu vida. Y lo curioso es: ¿Cómo sabré yo cuándo la habré encontrado? No sabía la respuesta.
Pero eso sólo se sabe cuando se presenta y lo tienes delante y sabes que ahí está :) Y yo la he encontrado. Tras años que pensaba en mi independencia, en mi tranquila soltería que llegaban a comparar con otras cosas, y relaciones infructuosas, un día llegó ella a mis ojos y sentí que ahí estaba. ¿Cómo? No puedo explicarlo, pero lo supe.
Cierto es que ya en esos años que nos conocimos, siempre hablaba de ella como alguien especial desde la primera noche en que nos encontramos. No se porqué pero se intuía. Y desde aquel día así fue que se inició una buena amistad que tenía buenos tintes. Eso ya era un paso que a medida que avanzaba siempre hablaba de ella como alguien especial con quien me escribía. Por éso, cuando a los años delante de mi la tuve, ese sentimiento se plasmó en la realidad que era. ¿Por qué? Tampoco tengo respuesta, pero se notaba. El mero hecho de que desde el principio la naturalidad nos acompañara, de sentirme YO delante suyo, de mirarla y escucharla y ningún prejuicio estuviera delante son pequeños hechos que manifiestan que había algo ahí sin que yo aún lo notara. Y así fue poco a poco que al crecer esa mecha y la confianza supe que era ella.
Mi persona perfecta.
Y día a día muchos detalles van demostrando que así es. Y me alegra muchísimo. Así como ver que las opiniones de gente externa coinciciden en lo mismo, en la buena pareja que hacemos y en la compenetración que nos une. E incluso ver que mejora con el tiempo. Por éso, cada vez me siento mejor y siento que ella está hecha para mi.
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